Jue. May 9th, 2024

Uno de los modelos que sentó las bases de lo que en la década de los ’70 del siglo pasado debería ser un utilitario fue el R5. Muy vinculado al desarrollo de la industria del automóvil en nuestro país, el modelo francés fue en su época un auténtico acontecimiento, al igual que el Seat 127 o el Ford Fiesta, dos de sus grandes competidores en aquellos años.

Se dejaba el Seat 600 y estos modelos pasaron a poblar las carreteras de nuestro país, con unos argumentos técnicos y unas capacidades que les convirtieron en auténticos objetos de deseo.

Con una longitud de 3,52 metros y una altura de 1,40, la carrocería inicial del R5 era de tres puertas (más tarde llegaría otra de cinco) y, como curiosidad, los paragolpes eran de plástico, una solución poco utilizada en esos años y que con el paso del tiempo acabó extendiéndose a todos los coches.

Fabricado entre 1972 y 1985, los primeros R5 salieron de la planta francesa de Billancourt y su producción llegó pronto a la factoría española de Valladolid. El primer modelo fabricado fue el 950 con motor de 956 centímetros cúbicos.

A partir de 1974, la gama se enriqueció con la versión TL, que añadía mejoras en el equipamiento. Un año después apareció el GTL que, además, utilizaba una mecánica más potente de 1 litro de cilindrada sustituida más adelante por otra de 1.108 cc.

También en 1975 se lanzó la variante deportiva TS, que equipaba un propulsor de 1.289 cc con 64 CV y, como una de las grandes novedades técnicas estaba alimentado por un carburador de doble cuerpo.

Con tracción a las ruedas delanteras, el motor del R5, y con el objetivo de obtener el mejor reparto de pesos, estaba dispuesto en posición longitudinal. Las suspensiones, por su parte, utilizaban un esquema de triángulos superpuestos en el tren delantero, mientras que el tren posterior empleaba una suspensión independiente por brazos tirados.

A partir de 1976, el utilitario francés explotó con mucha identidad la fabricación de versiones deportivas que en el mercado español recibieron las denominaciones de Copa y Copa Turbo.

Con 93 y 108 CV de potencia, respectivamente, estas variantes fueron unos auténticos deportivos para la época. La guinda en la década de los ’80 la puso el GT Turbo, un coche ya mítico que, con sus 120 CV, causó sensación por sus prestaciones y estilo tan deportivo.

Tampoco podemos dejar de mencionar al R5 Turbo que, nacido en 1980, sorprendió a propios y extraños por su estética tan agresiva, con unos descomunales pasos de rueda traseros, motor de 160 CV en disposición central y tracción a las ruedas posteriores.

Con este modelo, y después con el Maxi Turbo, Renault Sport cosechó muchos éxitos en rallyes, incluidos los títulos que se anotó el español Carlos Sainz, quien fue uno de los pilotos más laureados con este coche.


Source: Coches

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por admin

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