La búsqueda de combustibles que reduzcan las emisiones o de vehículos que, simplemente, no emitan gases o partículas no es una cosa nueva. Llevamos años intentando desarrollar este tipo de tecnologías que nos permitan ser más respetuosos con el medio ambiente.
De todo el abanico de opciones disponibles, hay que saber bien elegir la que satisfaga nuestras necesidades y no dejarse guiar por una compra impulsiva. Hacer búsquedas, listas y comparaciones es uno de los primeros pasos recomendados antes de empezar a buscar un coche para comprarlo. Así que, si estás pensando en comprar un coche nuevo y te gustaría reducir tu huella de impacto de sobre el planeta, quizás hayas pensado en decantarte por un vehículo con motor a gas o por un eléctrico. Pero, ¿cuáles son las diferencias?
Los coches que incorporan motores con funcionamiento a gas utilizan principalmente dos tipos: GLP (gas licuado del petróleo) y GNV (gas natural vehicular). El primero es una mezcla de butano y propano, y el segundo es gas metano, que además tiene una mayor concentración de hidrógeno y es menos contaminante, ya que reduce la emisión de partículas en un 100% y la de azufre en un 97%. El modelo más vendido con motor de GNV es el Seat León.
En cuanto a los coches eléctricos, poco hay que explicar que no se sepa ya. Pese a que se venden la mitad de ejemplares eléctricos que de gas natural, estos primeros son mucho más conocidos por la opinión pública. Emiten emisiones cero y, pese a las pegas en cuanto al uso de las baterías o su autonomía, cada vez hay coches con mejores prestaciones.
Si analizamos estos vehículos en cuanto a precio, los coches de gas son mucho más baratos, ya que en esencia son un motor diésel adaptado para funcionar con este combustible. Sin embargo, los coches eléctricos tienen un coste de compra elevado que supera en unos 5.000 euros de media el precio de un coche convencional.
En cuanto a costes por recorridos o mantenimiento, el combustible de un coche de gas para el mismo recorrido puede costar casi el doble que el de uno eléctrico, mientras que la vida útil de una batería estándar se deteriorará antes que la mecánica de un coche a gas.
Y en lo que se refiere a repostar, con un coche con batería puedes hacerlo en casa instalando un cargador que cuesta alrededor de 500 euros mientras que con el vehículo de gas sí o sí hay que buscar una gasolinera. Lo peor es que en España apenas hay unos 90 centros instalados en los que se pueda repostar gas natural.
Sin embargo, la autonomía que puede tener un coche que funcione con gas natural es aproximadamente igual que a la de un vehículo de combustible fósil (a veces, tienen hasta cuatro depósitos para el gas), mientras que hay coches eléctricos que no superan los 200 kilómetros de autonomía, reduciendo así las opciones de realizar largos viajes.
En resumen, ambos coches son menos contaminantes que los que funcionan con combustibles fósiles pero si buscas un cero emisiones de verdad el eléctrico es tu opción. Si necesitas realizar recorridos largos con tu vehículo, el gas es tu mejor opción, mientras que el eléctrico es ideal para la ciudad y para recargar en casa.
Lo que es cierto, y es algo que ambos tienen en común, es que por el momento no hay infraestructura suficiente para poder funcionar con este tipo de coches sin encontrar limitaciones o problemas.
Source: Coches