Han pasado unos días desde el apagón eléctrico que dejó a España a oscuras durante varias horas. Desde el pasado lunes se han dado todo tipo de teorías sobre qué es lo que ocurrió para que prácticamente todo el país se quedara sin luz. A pesar de que todavía no se han conocido los motivos, las imágenes de nuestro país completamente apagado han trascendido a todo el mundo. Aunque también lo han hecho las reacciones que tuvieron los ciudadanos o la movilización de los agentes para controlar el tráfico en algunas intersecciones.
A pesar de que hubo una gran preocupación por los accidentes de coche o los atropellos, la Dirección General de Tráfico (DGT) expuso que durante la jornada del gran apagón se registraron muy pocas incidencias graves. «Las mayores incidencias se produjeron en los accesos de las grandes ciudades, por la interrupción de los semáforos, que generaron un mayor tráfico», se puede leer en la página web del Ministerio del Interior.
La duda que muchos ciudadanos se han hecho tras el apagón es: ¿Cómo ha sido posible que ante la gran ausencia de los semáforos no se hayan producido accidentes? El arquitecto Pedro Torrijos ha explicado este fenómeno de la mano de la psicología.
El motivo por el que no hubo accidentes con el apagón
Torrijos ha afirmado a través de su cuenta de X (antiguo Twitter) que el motivo por el que no se registraron accidentes importantes durante el apagón es debido a la psicología de la percepción. Esto va mucho más allá de captar la información a través de los sentidos, sino que es el cerebro el encargado de hacer una interpretación de todo lo que rodea a una persona gracias a esa información que recaban los sentidos. Consigue crear una visión subjetiva de la realidad y la interpreta.
El experto dice que esto es lo que sucedió en la jornada del apagón. Según ha asegurado Torrijos la percepción es «una fuerza invisible que gobierna todos nuestros movimientos» y ha añadido que «nuestro cerebro está constantemente analizando inconscientemente espacios y dimensiones». Esto quiere decir que opera debido a reglas que no tienen nada que ver con la realidad, sino que se trata más bien de la percepción psicológica de los espacios.
Por este motivo, los conductores extremaron la precaución el pasado lunes. Su cerebro interpretó las calles por las que se estaba circulando. Al no poder confiar en los semáforos, se moderó la velocidad y se fue parando cada vez que había otro vehículo o un peatón. «Nuestro cerebro ejerce la responsabilidad de negociar con los demás», ha contado Torrijos.
Además, ha afirmado Torrijos: «Cuando no hay una diferencia de altura, y mucho más cuando no hay ninguna diferencia de pavimiento, nuestro cerebro va a ejercer toda la responsabilidad de la conducción. Vamos a estar atentos a lo que pasa porque percibimos que esa calzada puede ser invadida«. Esto se traduce en que en el momento del apagón «la gente condujo con un cuidado exquisito».
Source: Coches