Aunque los usuarios no acaban de comulgar con esta receta, sus precios tan elevados y las incógnitas que ofrecen a la hora de cargar las baterías, un problema real por la deficiente red de postes disponibles, los modelos electrificados han venido para quedarse. Eso es incuestionable. La oferta en estos momentos comienza a ser abrumadora y raro en estos momentos la marca que en su escaparate no tiene una opción en este sentido.
Como no podía ser de otra forma, Ford es uno de los fabricantes que se ha subido enseguida a este carro y lo ha hecho con el Mustang Mach-E, un SUV de exclusiva apariencia que no quiere pasar de puntillas por un mercado en el que tiene que brillar con luz propia y no fracasar en el intento.
Para nosotros ha sido una gran experiencia conducir este coche. Su diseño, por ejemplo, es muy personal y rabioso para no pasar desapercibido entre el tráfico, pero hay más detalles a destacar como el habitáculo, que es tan espacioso como confortable, su buen dinamismo, se comporta de manera equilibrada, o la autonomía que ofrece para garantizar algún que otro desplazamiento importante.
El modelo americano se vende con dos tipos de batería, de 75,7 o de 98,7 kWh, tres niveles de potencia, 269, 294 y 351 CV, y dos tipos de tracción, trasera o total. Como podemos comprobar, las combinaciones se adaptan a prácticamente todas las necesidades.
Para nuestra prueba hemos utilizado la versión 4X AWD provista de la batería de autonomía extendida “grande” con 540 kilómetros y 351 CV de potencia. Utiliza dos motores, uno sobre cada eje, y poder disfrutar así de tracción a las cuatro ruedas.
Como suele ser habitual en este tipo de modelos, los pesos totales no son livianos anotando en este caso casi 2,2 toneladas. Eso sí, sus aceleraciones parecen no notarlo pasando de 0 a 100 km/h en 5,2 segundos, un registro muy a tener en cuenta y al que se le puede colgar la etiqueta de deportivo.
Y llega el momento de pasar a la acción. Nos acomodamos en el puesto de conducción, fácilmente pues cuenta con reglajes eléctricos para los asientos, y lo primero que llama nuestra atención es el gran display que aparece en el centro (al estilo del utilizado por Tesla) y que es lo más parecido a una pantalla de televisión. Típico momento de pánico antes de empezar a bucear por su generoso menú y grata sensación de desahogo cuando comprobamos que su manejo es de lo más intuitivo, hasta sencillo me atrevería a decir, con dos detalles muy importantes como son que tanto la climatización o el volumen se manejan, como toda la vida, a través de mandos independientes que, no tengo ninguna duda, evitarán muchas distracciones al volante.
Arranque sencillo a través de un botón o directamente desde la ruleta del cambio, poniendo la posición D, para iniciar la marcha. Igualmente apuntar que disponemos de tres modos de conducción (Whisper, Active y Untamed) que priman el confort, el equilibrio o la deportividad, por este orden, y que actúan sobre la dirección, el pedal del gas o el control de estabilidad.
Iniciamos el recorrido en ciudad con un gran confort, una buena manejabilidad y el característico silencio que inunda el habitáculo con este tipo de soluciones eléctricas. En este sentido, los ingenieros de Ford han tenido en cuenta las necesidades de aquellos usuarios que necesitan “ruido” creando una gama de sonidos artificiales que animan la conducción. Tomamos una autopista y seguimos disfrutando de las mismas sensaciones pero ya podemos comprobar que el coche tiene una potencia y una forma de acelerar extraordinaria.
Las suspensiones son bastante confortables y el tacto de los frenos es bastante bueno pero exige un cierto periodo de adaptación en comparación con el que ofrecen los modelos convencionales provistos de motores térmicos.
Al pasar a una carretera de segundo orden, lo cierto es que el coche invita a “atacar” desde el minuto cero de partido sobre todo si activamos el modo más agresivo Untamed y ponemos a tope la opción de disfrutar del sonido que se asocia a este modo de conducción. Su buen reparto de pesos, con un motor sobre cada eje y la batería plana en el centro, más esos 350 CV de potencia contribuyen a ponernos sin querer en modo “GTI”.
Y lo hacemos sin despeinarnos, comprobando una velocidad de paso por curva que para si ya quisieran algunos deportivos y unas reacciones que hasta incluyen su correspondiente sobreviraje para que no falte de nada. Lo dicho, excelentes las sensaciones y tan solo criticar unas suspensiones que a veces rebotan algo más de la cuenta.
En cuanto a los consumos, decir que son bastante contenidos para sus características, anotando cifras medias de 23 kWh a los 100 kilómetros que fue lo registrado en nuestro caso. Hay capacidad de batería para dar y tomar y en una toma wallbox a 11 kW se puede cargar en menos de siete horas a través del cable que se ofrece dentro de su equipamiento de serie.
Con una longitud de 4,7 metros, el Mach-E encuentra otro de sus puntos fuertes en su desahogado habitáculo que se beneficia de un suelo totalmente plano y de la ausencia de los típicos túneles centrales. Tres adultos en la zona trasera viajan literalmente a sus anchas.
El maletero, por su parte, ofrece una capacidad de 402 litros que, sin ser exagerada, no está nada mal sobre todo si tenemos en cuenta que bajo el capó delantero encontramos otro espacio con 80 litros en su caso.
Si hablamos ahora de la lista de accesorios que podemos disfrutar en esta versión decir que no hay queja. Sin duda, la ya mencionada pantalla multifunción se convertirá en la envidia de todos los vecinos, pero la tapicería de cuero (del tipo sintético) los reglajes eléctricos para los asientos, el sistema de sonido Bang & Olufsen, las exclusivas manecillas de las puertas o el espectacular techo panorámico tampoco van a pasar desapercibidos.
Con un precio de 64.964 euros, el Mach-E probado no es que sea un coche al alcance de cualquiera. Eso sí, aquellos usuarios que estén interesados en un modelo de estas características van a encontrar poderosos argumentos que va mucho más allá de lo que nos podríamos imaginar.
Source: Coches