AMAYA LARRAÑETA
- El ‘district heating’ o redes de calor por distritos con energías limpias, la apuesta de las ciudades más activas en la reducción de las emisiones de CO2.
- Varias urbanizaciones reciben el calor y el agua caliente por una red de tuberías desde una central de biomasa, biogas o quema de desechos.
- Copenhague, Amsterdam y Oslo, lo tienen. En España: Móstoles y Soria.
- El cierre al tráfico privado del centro de las grandes ciudades, la otra batalla.
- Ámsterdam tampoco cae en la trampa del gas.
«Piensa global, actúa local». La máxima ecologista que reclama pequeñas acciones en las comunidades para cuidar la salud del planeta coloca a las ciudades en el epicentro de la batalla para frenar el cambio climático.
La población del planeta se aglomera en las ciudades. El 80% de los 9.000 millones de habitantes que tendrá el mundo en 2050 vivirán en áreas urbanas. Las urbes provocan el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero, cuando además, el 90% están en zonas costeras y son altamente vulnerables a los efectos del calentamiento global.
Por estas razones, los gobiernos municipales promueven alianzas donde compartir las primeras experiencias en adaptación (aumentar la resiliencia ante los efectos no deseados del cambio climático) y la mitigación ( reducir las emisiones de gases con efecto invernadero), principalmente en transporte, energía, edificación y urbanismo.
Un futuro urbano sostenible pasa irremediablemente por reforzar el concepto de comunidad. Las ciudades con políticas medioambientales ejemplares empiezan a desincentivar la calefacción individual y a promover el ‘district heating’ (varios edificios, con miles de vecinos, se nutren de calor y agua caliente de una misma central energética de biogas, biomasa o quema de desechos). Y empiezan a promover el uso de transporte público eléctrico, vetando el vehículo privado, entre otras iniciativas que además de combatir el cambio climático mejoran la salud de los habitantes, cuando 1 de cada nueve muertes en el mundo se debe a la polución:
Copenhague, líder en calor comunitario
Dinamarca lidera la transición para convertirse en una economía de crecimiento ecológico, y aspira a ser completamente independiente de los combustibles fósiles para 2050. Su capital, Copenhague, con 1,3 millones de vecinos, es un referente por su adaptación de los patrones de producción y consumo, crecimiento y empleo a un modelo sostenible.
Entre sus soluciones inteligentes destacan la modernización del sistema de alcantarillado del puerto, que no solo ha permitido mejorar la calidad del agua, sino que ha recuperado la zona como un espacio para el ocio urbano. Aplica tecnologías y políticas innovadoras (prevención de fugas, mecanismos de fijación de precios para reducir el derroche) que reducen el consumo de agua y protegen los recursos de aguas subterráneas.
En materia de movilidad, el ciclismo se ha integrado en el planeamiento y el diseño urbano. Han invertido en transporte público eficiente, consiguiendo reducir el tráfico y la contaminación hasta los más bajos mundo urbano.
Copenhague ha conseguido enviar a los vertederos menos del 2% de los residuos. La mitad de los desperdicios se reciclan y el uso mayoritario es, sin embargo, para generar calor para la red urbana de calefacción, el conocido como ‘district heating’. Además, el 22% del consumo eléctrico total de Dinamarca proviene de turbinas eólicas, las mejor valoradas del mundo.
El sistema de calefacción por distritos se revela como eficiente. Es el más amplio y eficaz del mundo, suministra al 98% de la ciudad calefacción asequible. Además ha construido las dos primeras redes de refrigeración de los distritos que funcionan con extracción de agua de mar y con el excedente de la red de calefacción del distrito.
Amsterdam, fin al gas natural en 2050
La capital holandesa acaba de aprobar un plan por el que aspira a prescindir del gas natural en la calefacción de las viviendas en el año 2050. El gas natural causa el 30% de las emisiones de CO2 en Holanda, un país en el que las emisiones ‘per capita’ están entre las más altas de Europa, debido a su dependencia de los combustibles fósiles, pero también a su alta densidad poblacional.
El objetivo puede parecer lejano, pero forzosamente tienen que empezar a aplicarse enseguida. En 2017 han anunciado que las 10.000 viviendas públicas de nueva construcción ya no se calentarán con gas en calderas unifamiliares, sino a través de la red de calor por distritos. La idea es calentar estos pisos con una instalación central y repartir el calor con bombas de calor por tuberías.
Los expertos dicen que aunque estas calderas compartidas tuvieran como fuente de energía el gas natural, el ahorro y la reducción de emisiones se produciría también, pero el objetivo es que funcionen con fuentes alternativas de calor, como la incineración de los desechos, que es el caso danés. El desenganche del gas natural no saldrá barato, la nueva forma de calentar estos hogares implica invertir en el mejor de los aislamientos posible.
Los nuevos barrios de Amsterdam, como el de las casas flotantes de Ijbur, también son un ejemplo de futuro adaptado al cambio climático. En un país en el que cualquier elevación del nivel del mar resulta preocupante, porque viven robándole terreno al mar, el hecho de que las viviendas de Ijbur sean móviles, transportables a cualquier lugar, es una apuesta acertada. Otro ejemplo de nueva urbe con criterios de ecología es Almere, donde se proyectan barrios como ReGen, que aspira a dar soluciones al consumo energético, al transporte y a la gestión de los residuos. Amsterdam también cuenta con un carril bici con placas fotovoltáicas que producen energía. Y en cuanto a adaptación, Rotterdam tiene canchas de baloncesto y de skate diseñadas para que, si se anega la ciudad, retengan agua y se conviertan en en piscinas.
Oslo, la ciudad sin coches para 2019
Oslo es la única ciudad europea con un plan municipal de cambio climático que ambiciona la reducción de las emisiones necesaria para evitar que la temperatura media del planeta suba por encima de 1,5 grados, la máxima aspiración del Acuerdo del Clima de París.
La capital noruega pretende reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la mitad en solo cuatro años y es la última ciudad en anunciar que vetará los vehículos privados en el centro a partir 2019. Los taxis deberán dejar de usar gasolina en 2020. Irónico en un país cuya economía se ciment en la explotación del petróleo, sector en el que está empleado el 10% de los noruegos.
Las autoridades municipales planean deshacerse de sus fondos de pensiones que invierten en combustibles fósiles, construir más carriles para bicicletas, subvencionar la compra de bicicletas eléctricas y reducir el tráfico automovilístico en el conjunto de la ciudad en un 20% para 2019 y un 30% para 2030.
Sin embargo, los que han mirado con lupa el plan noruego advierten de que todavía deberá implementar nuevas medidas si quiere disminuir las emisiones que producen su sistema de tratamiento de basuras y el transporte colectivo.
Los Ángeles, ¿100% energía renovable?
La mayor fuga de gas metano en octubre de 2015, cuando alrededor de 97.000 toneladas de metano fueron arrojadas a la atmósfera entre el 23 de octubre de 2015 y el 18 de febrero de 2016 debido a una fuga registrada en el almacén de gas de Aliso Canyon, motivó al alcalde de la ciudad de Los Ángeles a encargar un plan parar iniciar la transición del gas natural a otras fuentes de energía renovables.
Aquella fuga equivalía a lo que emiten 1,7 millones de vehículos durante todo un año. Si el susto que se llevaron permite implementar el plan municipal que se ha presentado este año, será la mayor ciudad de EE UU en convertirse en 100% renovable. El plan de la macrociudad californiana tiene en cuenta la necesidad de apoyar más a los barrios desfavorecidos, para los que tiene organizado un plan de transporte compartido especial.
En EE UU, Burlington (Vermont) y Greenburg (Kansas) son las dos únicas ciudades que, aunque menores, han conseguido en todo el país tirar 100% de fuentes energía renovables.
Madrid: cero calderas de carbón y +natural
En el marco del CONAMA, Congreso Nacional del Medio Ambiente, que en su reunión bianual acoge esta semana la capital, el Ayuntamiento de Madrid se ha comprometido este lunes a quitar las 400 calderas de carbón que todavía operan en la ciudad. Las emisiones del carbón son todavía un 41% superiores a las del gas natural. Javier Andaluz, de Ecologistas en Acción, aplaude la medida. «Cuanto menos carbón mejor. Es beneficioso en términos climáticos y también en reducción de partículas profundamente contaminantes. Si lo cambian por gas natural no será la panacea, pero es ir a mejor».
Internacionalmente se destaca de Madrid el proyecto «+natural» que ante el aumento de las temperaturas por el cambio climático, prevé invertir 4 millones de euros en cubrir espacios como azoteas o paredes con plantas. Dicen que eso ayudará a regular la temperatura, abosorber la lluvia repentina y almacenarla. Además, servirá de aislamiento, defienden.
Barcelona acelera por la contaminación
El Ayuntamiento de Barcelona es consciente de que «la zona mediterránea, donde se encuentra Barcelona, probablemente será una de las zonas de la Tierra que sufrirá cambios más importantes» por el cambio climático. Los principales riesgos derivan del aumento del nivel del mar y de la temperatura, saben, pero los planes municipales han acelerado el ritmo de implantación ultimamente sobre todo por las altas cotas de contaminación.
En el corto plazo, la ciudad condal ha decidido restringir el acceso a la ciudad a los vehículos más contaminantes. La ordenanza se pondrá en marcha en 2017 durante los picos de contaminación, para hacerse definitiva a partir de 2020. Los coches gasolina matriculados antes de 2000 y los diésel de antes de 2006 serán los que tendrán vetado el paso.
Barcelona se compromete a conservar y mejorar su infraestructura ecológica para que la naturaleza en la ciudad configure una red verde, con el Plan del Verde y de la Biodiversidad que define los retos, objetivos y compromisos del gobierno municipal en relación a la conservación del verde y de la diversidad biológica de la ciudad.
Valencia, a por el reciclado de envases
La reducción de residuos es uno de los objetivos que se ha marcado la Generalitat Valenciana, que para 2018 se ha marcado el reto de implementar un sistema de retorno de envases de bebidas refrescantes, zumos, aguas y cervezas. Lo que se pretende con la medida es que dichos envases no terminen en el suelo, la arena de las playas e incluso el mar, porque se primará su devolución a unas máquinas instaladas en la calle que darán a quien recicle diez céntimos por envase.
La polémica está en que mientras las asociaciones ecologistas aplauden y defienden esta medida, que recuerda al retorno del vidrio de los años ochenta, las organizaciones empresariales se han levantado contra ella, porque la consideran poco eficiente. A juicio de estos últimos, «complicará la gestión lo que lastrará la competitividad de las empresas y aumentará el precio de venta al público». La Consellería de Medio Ambiente y Cambio Climático defiende su eficacia con la experiencia previa alemana, que implementó un servicio similar en el año 2003 y ha conseguido mejorar el volumen de envases reciclados.
Sevilla, distintivo de consumo responsable
El plan de acción por el clima y la energía sostenible, el Paces sevillano, consta de cuatro líneas prioritarias de actuación: mejorar la eficiencia energética de edficios municipales, fomentar las energías renovables, sensibilizar sobre el consumo responsables y desarrollar un modelo de movilidad sostenible.
La red de ciudades comprometidas por el clima, que premia cada año a las mejores iniciativas para mejorar las prácticas medioambientale, acaba de premiar un distintivo de sostenibilidad de la ciudad de Sevilla a los comercios con mejores prácticas, entre otras iniciativas. Por su parte, la red Sevilla por el Clima pide al municipio que invierta en sumideros de CO2 como las azoteas verdes, siguiendo la estela de ciudades como Madrid o París. Pedirá también la disminución del tráfico de vehículos privados en un 40% y que se fomente la producción y autoconsumo de energía solar.
‘District heating’ en España
En España, Móstoles EcoEnergía es el proyecto español más grande y ambicioso de central de calor de distrito, ‘district heating’, basada en la producción de calor con biomasa, que emite CO2, pero en menor cantidad que los combustibles fósiles como el gas o el carbón. Puesta en marcha el pasado mes de septiembre, la red de Móstoles abastece calefacción y agua caliente a 7.500 vecinos agrupados en 16 comunidades de propietarios. La nueva red de calor permite reducir en un 15% el coste energético para los vecinos. También permitirá evitar cada año la emisión de 9.000t de CO2 a la atmósfera.
En este proyecto se han invertido 5.319.489,56€. De esta forma, mejora el valor de los inmuebles además de ser mucho más eficientes. Los expertos coinciden en que en España estos sistemas no se han desarrollado todavía lo suficiente. Y eso a pesar de que la tecnología permite no sólo suministrar calor, sino también aire frío, lo cual lo hace aún más atractivo dadas las altas temperaturas veraniegas. Soria también cuenta con un ‘district heating’ con biomasa, en su caso para dar calor y suministro de agua caliente para un total de 2.500 vecinos. Y Valladolid tiene un proyecto en el que la biomasa sustituirá a los combustibles fósiles en 31 salas de calderas de edificios principalmente de titularidad pública.
Source: Coches