Los coches eléctricos se han convertido en protagonistas de la movilidad en todo el mundo durante los últimos años, algo que también se puede constatar en España. Los vehículos propulsados por baterías están ganando enteros frente a los automóviles de combustibles tradicionales como gasolina o diésel, aunque lo cierto es que conllevan ciertos riesgos que pueden poner en peligro a los ocupantes del mismo.
Aunque haya coches eléctricos con autonomía extendida o con otro tipo de extras, lo cierto es que las baterías de iones de litio, que son las que se usan prácticamente en la totalidad de los automóviles de este tipo, están compuestas por elementos que se pueden incendiar y explotar con suma facilidad, y por ello en la Universidad Real Instituto Tecnológico de Melbourne (RMIT) han creado unos propulsores mucho más seguros.
Las baterías de agua para los coches eléctricos
Un grupo de científicos de la RMIT, junto a colaboradores industriales, han creado unas baterías de agua completamente reciclables que además son exponencialmente más seguras que las de litio. Estos propulsores de iones metálicos «están a la vanguardia de un campo emergente como es el del almacenamiento acuoso de energía», según las palabras del propio director del proyecto, Tianyi Ma, en un comunicado.
Los desarrolladores han sustituido los electrolitos orgánicos que permiten el flujo de electricidad por agua, por lo que el riesgo de incendio o explosión se reduce drásticamente. Además, estas baterías son perfectamente desmontables y se pueden «reutilizar o reciclar», tal y como afirma Mia. Por otra parte, la facilidad para su fabricación a gran escala hace que sea muy plausible ver algunos de estos propulsores en un futuro cercano, ya que se usan materiales como el zinc y el magnesio, más baratos y seguros (lo que reduce los costes de producción y los peligros para la salud).
¿Cuándo estarán en el mercado las baterías de agua?
El equipo de trabajo ha desarrollado varios prototipos de estas baterías de agua a pequeña escala para que algunos expertos las evalúen, así como comprobar su almacenamiento de energía o su autonomía. Aunque todavía están en una fase muy primaria, los científicos ya han conseguido eliminar el crecimiento de dendritas, unas prolongaciones metálicas que pueden provocar cortocircuitos: para ello, aplicaron óxido de bismuto sobre las partes dañadas del propulsor, lo que previene que se formen estas ramificaciones y, por ende, se prolonga la vida del acumulador.
«Nuestras baterías de agua son más duraderas que las de litio […], y con una capacidad impresionante y una vida útil prolongada», afirma Ma. El siguiente paso a llevar a cabo será incrementar la densidad energética de estos propulsores con nuevos nanomateriales para hacer estos acumuladores del menor tamaño posible, por lo que todavía queda un tiempo para que se puedan ver montadas en los coches eléctricos.
Source: Coches