Vie. Dic 27th, 2024

Coline Pavot, directora de análisis de sostenibilidad de La Financière de l’Echiquier (LFDE), se pregunta: »¿Tienen futuro los coches eléctricos?». Aclamados por el Parlamento Europeo, que votó la prohibición de ventas de vehículos nuevos de combustión e híbridos en Europa a partir de 2035 a principios del año pasado, la relevancia medioambiental de estos vehículos es frecuentemente cuestionada por sus críticos debido a las distintas fuentes de contaminación que hay en el proceso de su fabricación y transporte (minería agresiva, fabricación en plantas en países que no cumplen con las normas de sostenibilidad, transporte en buques diésel que han de realizar dos viajes para el mismo número de vehículos debido al peso extra de los eléctricos, procesos de carga en lugares cuya electricidad no es limpia, etc.).

A pesar de estos debates, en todos los escenarios; incluidos los desarrollados por el IPCC, se ha llegado a la conclusión de que la electrificación de los vehículos es vital para alcanzar los objetivos climáticos y reducir la dependencia del petróleo. Más allá de los desafíos medioambientales en torno a su despliegue, el objetivo de este artículo es abordar los numerosos retos sociales asociados con el desarrollo de esta industria.

¿Coches eléctricos para todos?

Mientras que en Estados Unidos el plan de opciones sobre acciones astronómico lanzado por Elon Musk fue aprobado por los accionistas de Tesla, para gran descontento de los inversores responsables, en Europa, el problema principal hoy es la asequibilidad de los vehículos eléctricos, lo cual es clave para su futura expansión. Según estimaciones, los coches eléctricos cuestan entre un 25% y un 50% más que un coche de gasolina o diésel equivalente, pero su costo de operación es un 36% menor. En respuesta a este desafío, el gobierno francés lanzó un mecanismo de leasing social que permite a los hogares de bajos ingresos beneficiarse de un vehículo eléctrico fabricado en Europa por un costo de 100 euros al mes. Víctima de su propio éxito, el plan fue suspendido en febrero de 2024, solo dos meses después de su lanzamiento. El ideal de un vehículo eléctrico accesible para todos parece desvanecerse.

Una herramienta de soberanía económica

En respuesta a los subsidios pagados por Pekín a los fabricantes de automóviles chinos, las autoridades en Europa y en los Estados Unidos han desplegado medidas proteccionistas gravando las importaciones de vehículos eléctricos chinos. El objetivo de estos aranceles más altos es dar a los fabricantes occidentales más tiempo para trabajar en ajustar sus costos y seguir siendo competitivos en la batalla comercial para hacer estos vehículos más asequibles. También deberían ayudar a acelerar la relocalización de esta cadena de valor, creando empleo en Europa, reduciendo la dependencia de Asia y disminuyendo el impacto de su proceso de fabricación gracias a una mezcla energética de menor carbono.

Eso sí, quien algo quiere, algo le cuesta, y ya os puedo adelantar yo, que los que vamos a pagar toda esta ‘fiesta’ vamos a terminar siendo los de siempre: los clientes.

Guerra de precios y efecto rebote

En medio de la guerra de precios, algunos fabricantes han adoptado técnicas de diseño que hacen que las reparaciones sean económicamente inviables o incluso técnicamente imposibles. Este es el caso de la ‘giga-fundición’, por ejemplo, que implica la producción de varias piezas de automóviles en una sola colada masiva. Estas prácticas, que socavan el argumento medioambiental a favor de los vehículos eléctricos debido a la obsolescencia programada, también plantean cuestiones sociales en relación con el mayor costo de mantenimiento de estos vehículos (reparaciones, seguros…); un costo que podría debilitar financieramente a los propietarios de esta nueva generación de vehículos más asequibles.

La ausencia de normas que garanticen la sostenibilidad de los vehículos vendidos en el mercado europeo podría permitir que estas prácticas se conviertan en la norma, llevando al concepto de un ‘coche eléctrico desechable’, lo que chora diametralmente con lo que pretenden vendernos, que es la ecología.

Así que, después de analizar brevemente cómo están las cosas, ¿de verdad nos sorprende que la gente esté estirando su coche de 15 años a la espera de ver cómo se desarrollan los acontecimientos? En un país donde el salario medio de un amplio porcentaje de la población transita por la ajustada cifra de los 1.200-1.500 euros al mes, ¿estamos en condiciones de dar el paso al coche eléctrico?


Source: Coches

Share Button

por admin