Hay semanas y semanas, y la nuestra en 20Minutos ha sido especial. Y es que durante estos días hemos tenido de pruebas un coche muy especial y al que teníamos ganas desde hace tiempo. Un coche de los que ya no es común ver; ligero, deportivo, simple, de combustión interna sin electrificación alguna… El Alpine A110 R encaja a la perfección dentro del significado de deportivo de pura raza, un deportivo clásico pero que, sin embargo, esconde mucha miga y soluciones modernas para sacar todo el jugo a su pequeño motor 1.8 turbo de 4 cilindros. Ahora bien, tras una semana probándolo, ¿es posible vivir con él o tendrás que dejarlo para un uso esporádico?
Si quieres, puedes
Aunque se trata de la variante más radical del A110, el A110 R comparte motor con las versiones S y GT, lo que se traduce en una potencia de 300 CV y una mecánica 1.8 turbo de cuatro cilindros. Esto, que a priori puede parecer poco, hace que el coche se mueva con una soltura y unas prestaciones que impresionan bastante más de lo que dicen los números. Además, como punto positivo, el gasto en combustible es bastante sorprendente para bien, pues habiéndole metido bastantes kilómetros, y no precisamente al ritmo que iría tu abuela subiendo a la montaña, hemos promediado 9,5 l/100 km, algo muy asumible para el tipo de conducción que hemos hecho y para un deportivo de este calibre.
Otro punto interesante del A110 R es que, por su precio, que arranca en 114.000 euros, nos llevamos un deportivo realmente exclusivo, con una placa de numeración en la consola central, un aspecto imponente, un sinfín de elementos en fibra de carbono (capó, splitter delantero, techo, tapa del motor, taloneras, difusor, alerón, asientos…¡E incluso las llantas!) y una capacidad para llamar la atención que pocos vehículos en estos rangos de precio logran.
Bueno y de las sensaciones no tenemos ni que hablar, eso es algo que hay que experimentar. Lo más acertado y cercano que puedo expresar sobre esto es que el Alpine A110 R es como ir en un kart por la calle. La dirección es precisa como pocas, la suspensión firme (50% más) pero lo suficientemente alta para pasar badenes y resaltos incluso en segunda marcha (va 10 mm más baja que la de un A110 S), y la respuesta del acelerador cuando vas en modo Sport o Track (tiene el Normal, Sport y Track, que ajusta el control de tracción) es inmediata. Los frenos son otro elemento a destacar, su mordida es un gusto.
Y todo esto es posible gracias al principal rasgo de la personalidad del A110 R: la ligereza. Pesa sólo 1.086 kilos (un Smart Fortwo pesa 1.095 kilos). De este bajo peso es de donde nacen muchas de sus virtudes: el consumo controlado, la respuesta y dinámica deportiva con ‘sólo’ 300 CV, la facilidad que tiene para ir por el sitio aunque fuerces, etc.
También en el lado positivo diremos que, para ser un coche deportivo de estas características, no tiene tan poco almacenamiento. Bajo el capó tenemos un maletero de 100 litros, y en la parte trasera encontramos otro de 96. Además, tras el asiento del acompañante, que es fijo, hay hueco suficiente para un par de mochilas o bolsas de viaje pequeñas, una red para sujetar pequeños objetos y una guantera de cuero en forma de ‘saco’ rígido entre los dos respaldos.
Es un coche de circuito…, tiene sus cosas en el día a día
Si estás pensando en usarlo más que el fin de semana, no es imposible, pero está claro que Alpine tiene los A110, A110 S o A110 GT pensados para cubrir justo lo que el A110 R no hace. Y viceversa.
Los asientos baquet de carbono de la unidad probada son espectaculares, lucen como si los hubieras sacado directamente de un coche de carreras. El del conductor sólo puede regularse en profundad, ni en altura ni en el ángulo del respaldo. El del acompañante, directamente va fijo, no tiene ningún tipo de ajuste. Y aquí empiezan ya los ‘problemas’ para diario. Quien se monte de acompañante deberá adaptarse sí o sí a la posición. Mi pareja, por ejemplo, a la que Dios no bendijo con una estatura superior al metro 55, no llegaba ni a la placa de metal donde se supone que debes apoyar los pies, lo cual hace que las piernas no vayan del todo apoyadas y la persona acabe acusando una fatiga extra por una postura inadecuada. Si por el contrario, eres muy alto, llevarás las piernas encogidas casi contra la guantera. Pero bueno, cosas de un deportivo, tampoco puedes pedirle peras al olmo.
También se suman a las complicaciones diarias los arneses Sabelt de seis puntos que, aunque se ven increíbles y sostienen el cuerpo de maravilla en curva, son engorrosos de poner y quitar, te impiden moverte para asomarte en los cruces. Y como hay que llevarlos bien apretados, acaban fatigando mucho los hombros y la postura de conducción en general.
Tampoco es genial la visibilidad. En la zona trasera no tiene directamente. Y es que prescinde de la luna posterior y en su lugar coloca una cubierta motor en fibra de carbono. De este modo, en el habitáculo no encontramos retrovisor interior, sólo tendremos los exteriores, lo que sumado a los arneses, hará que si llegas a un cruce donde te vengan los coches en un ángulo que requiera asomarse, deberás quitarte los arneses para ver si viene alguien, pero cuando procedas a seguir con la ruta, tendrás que volver a pararte para abrochártelos, porque necesitas las dos manos para hacerlo.
Por último, su exclusividad y múltiples piezas en carbono, hacen que no sea un coche con el que puedas ir a todos lados. No podrás (o no querrás) aparcarlo en la calle a no ser que quieras estar intranquilo el rato que estés por ahí; porque las llantas, el alerón, la pintura azul mate (es la misma que lleva el monoplaza de Fórmula 1 del equipo Alpine y vale casi 7.000 euros) o el capó entero de carbono, harán que sudes cada vez que alguien se apoye para hacerse una foto. Y pasa mucho, doy fe. Además, tampoco querrás apurar aparcando, no vayas a rascar una llanta contra el bordillo…
En definitiva, el Alpine A110 R es un coche tan exclusivo y especial que, como todo, tienes que saber dónde y cuándo usarlo. No está pensado para ser un coche de diario pero, después de haberlo usado una semana para prácticamente todo, incluso un pequeño viaje a Madrid-Ávila, y haber disfrutado de cada petardazo de ese escape, de cada curva, y de cada sensación que te transmite; no me parece ninguna locura darle ese uso. Yo acabé acostumbrándome y me parecía hasta cómodo… Quizá esté loco.
Source: Coches