Este modelo desde que vio la luz en 2016 ha sido un auténtico éxito de ventas para la firma japonesa en el mercado español que es donde mayor número de unidades se venden en todo el mundo.
La aparición hace unos meses de la segunda generación parece seguir ofreciendo los argumentos necesarios para estar en la mente de muchos usuarios.
Destacaríamos una carrocería de diseño bastante particular, característica por la línea coupé de su techo, unos cortos voladizos y unas trabajadas firmas lumínicas tanto delante como especialmente visto por detrás.
Además de todo esto, el C-HR lleva asociado un importante paquete de soluciones tecnológicas que, en el capítulo mecánico, tiene como versión estrella a este Plug-in que hace acopio de una batería de 13,6 kWh (que se carga en dos horas y media) y de dos motores, uno térmico de 2 litros con 150 CV de potencia y otro eléctrico de 120 kW en su caso.
El resultado final, 223 CV y unos ajustados consumos incluso cuando se agota la batería y funcionamos solo con gasolina como hemos podido comprobar a lo largo de nuestro ensayo. En modo eléctrico, y aquí encontramos su gran valor, este C-HR puede recorrer 66 kilómetros y hasta unos 100 kilómetros solo en ciudad
Tan eficiente como prestacional
A bordo del coche japonés (con tracción siempre a las ruedas delanteras), todo suele ser de lo más agradable. Contribuyen el ergonómico puesto de conducción, culminado por un tablero digital de 12,3 pulgadas, la práctica botonería con todos los mandos de la climatización al alcance y una elaborada terminación que augura muchos años de vida por delante.
La frenada regenerativa tiene tres niveles y solo se puede criticar que no se puedan seleccionar a través de unas levas en el volante, por ejemplo, o por cualquier otro tipo de mando físico. Exige entrar en el menú de la instrumentación donde se concentran la mayor parte de funciones en este sentido. La verdad es que solo es cuestión de acostumbrarse, pero echamos de menos que su manipulación no sea más intuitiva.
Ya hemos dejado claro que este C-HR consume como un mechero, nosotros hemos anotado unas sorprendentes medias de 3,9 litros a los 100 kilómetros, y si queremos conducir con decisión no hay queja, pues resulta bastante dinámico en clara consonancia con los más de 200 caballos que ofrece. En este apartado, solo el resbalamiento algo exagerado de la transmisión CVT, cuando aceleramos a fondo, merecería algo más de atención. En ciudad hay que decir justo lo contrario, pues su funcionamiento es impecable.
Para adaptarse a las exigencias del conductor en cada momento, el C-HR Plug-in dispone de cuatro modos de conducción (Eco, Normal, Sport y Custom) y otros cuatro niveles para regenerar la batería y que se seleccionan de nuevo en el menú de la pantalla central.
Acabado deportivo GR Sport
Pese a ser más pesado que las variantes híbridas convencionales de acceso a la gama, unos 180 kg por utilizar una batería de mayor tamaño, las renovadas características de la suspensión (que incluyen una avanzada amortiguación sensible a la frecuencia de rebote) el centro de gravedad más bajo y un generoso equipo de frenos (con discos delanteros de 325 mm con pinzas de doble pistón) colaboran positivamente a ofrecer una notable velocidad de paso por curva.
Disponible en varios niveles de terminación, la GR Sport probada otorga un plus de personalización (que incluye hasta una propia puesta a punto de las suspensiones) y equipamiento propio que no pasan desapercibidos.
Sobresalen los asientos específicos, con el logo GR bordado, la tapicería mixta en cuero y tela, los pespuntes en rojo tanto para el volante como para las alfombrillas, el techo bi-color, las llantas de 19 pulgadas en negro, la parrilla en cromado oscuro o los logos GR Sport tanto en el frontal como en la trasera.
Disponible a partir de 46.700 euros (unos 40.000 euros con las ayudas del Plan Moves III incluido el achatarramiento de otro vehículo) el C-HR es en su conjunto una opción de compra de lo más recomendable por su eficiencia, rendimiento, acabado y no dudamos tampoco del atractivo de una carrocería que, cuando menos, es tan personal como diferenciadora.
Source: Coches