GUILLE LLOPIS
- Las ciudades del futuro serán sostenibles, eficientes energéticamente y con buenas comunicaciones y servicios.
- La eficiencia se puede conseguir adaptando pequeños hábitos, tanto en el transporte urbano como dentro del propio hogar.
- No hay ninguna ciudad española entre las principales smart cities del mundo según el ranking elaborado por el IESE.
- El listado lo encabeza Tokio y la primera ciudad española es Barcelona, en el puesto 51. Madrid ocupa la 52ª posición y Valencia, la 71ª.
La conciencia de que los recursos naturales no son ilimitados está cada vez más extendida. El mundo va cambiando conceptos y realidades como los motores diésel, la polución indiscriminada en ciudades o los vertidos sin control de la industria. Estos elementos, según el concepto de smart city (ciudad inteligente) irán poco a poco desapareciendo hasta que en unos años pasen a ser recuerdos del pasado. La sostenibilidad es el fin último de todas las medidas medioambientales que se toman, desde el protocolo de Kyoto firmado en 1997 contra el cambio climático hasta los últimos acuerdos a nivel internacional en la conferencia de París de 2015, y una de las grandes patas para cumplir los compromisos adoptados está en la forma de moverse de los ciudadanos.
La conversión de las grandes ciudades en urbes inteligentes afecta a las políticas de movilidad españolas, que están apostando por modelos con un trasfondo equiparable a la realidad de muchas ciudades del centro de Europa: un tráfico pacificado, alejado de los centros urbanos, sin lugar para los más contaminantes (París prohibirá a los vehículos diésel circular a partir de 2020), y soluciones a nivel de infraestructuras para facilitar el movimiento a peatones, bicicletas con carriles independientes de la circulación motorizada y medios de transporte público. Aun así, a día de hoy, ninguna ciudad española se encuentra entre las diez smart cities más avanzadas del mundo según el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE). La ciudad española mejor colocada es Barcelona, en el puesto 51, justo por delante de Madrid, que ocupa la 52ª posición y Valencia, en el 71º lugar, según el estudio.
El tráfico poco eficiente es uno de los grande enemigos de las ciudades inteligentes. Vehículos con una tasa de ocupación baja, con motores altamente contaminantes como los diésel y concentrados en zonas urbanas en las que no hay espacio para todos tienen efectos nocivos tanto para la salud pública como para el ecosistema urbano, lo que motiva decisiones como la restricción del tráfico aplicada en distintas zonas de Madrid enmarcada en el protocolo anticontaminación.
Nuevo modelo de movilidad
El transporte, tanto privado como público, va adaptándose poco a poco a las exigencias tanto medioambientales como sociales del siglo XXI. El Plan Movea provocó un aumento de las ventas de coches eléctricos e híbridos por las subvenciones públicas, descuentos y ayudas, y aunque ya se terminó la última tanda, Industria prepara un borrador que entrará en vigor en enero con una dotación de más de 16 millones de euros.
Además, el propio avance de la tecnología está creando motores menos contaminantes para coches, aparte del avance de nuevos métodos de transporte como las bicicletas eléctricas, cuyo aumento en las ventas el pasado año fue cercano al 40%, pese a que la cuota que representan respecto al total todavía es reducida.
También la movilidad pública cambia su cara poco a poco: desde autobuses que evitan atascos hasta otros eléctricos (a prueba en Málaga), la eficiencia ha pasado a ser un requisito indispensable a la hora de decidir el modelo municipal de transporte. El paradigma de la movilidad ciudadana se adapta a una realidad cambiante cuyos avances, normalmente por delante de las regulaciones, aportan soluciones nuevas a las personas para llegar del punto A al punto B.
Bicicletas, autobuses o tranvías (aunque éstos se hayan adaptado en forma más que en fondo) son soluciones antiguas, pero no las únicas. Fenómenos como el carsharing o el carpooling van siendo asimilados progresivamente por los usuarios, aunque en ocasiones la administración pueda ser más una traba que un aliado, como en el juicio de la Comunidad de Madrid contra Blablacar. El objetivo es que los vehículos en circulación puedan aprovechar sus trayectos para transportar a más de una persona a la vez.
Pero el concepto de smart city no empieza ni termina en la movilidad. Buenas comunicaciones, servicios eficientes y sostenibles y mayor presencia tecnológica son algunas de las claves de las ciudades inteligentes del futuro, para las que además de compartir coche o viajar en tranvía y bicicleta habrá que tomar muchas medidas, algunas de ellas de forma individual y privada.
Medidas caseras
Una de las grandes amigas de la eficiencia es la tecnología termostática. Las mismas válvulas que en los coches ayudan a refrigerar el motor de los mismos, dentro de casa están instaladas en distintos aparatos de cuyo funcionamiento dependerá en buena medida la eficiencia global del hogar. Calentar el agua es una de las operaciones energéticamente más exigentes que se producen dentro de las casas, por lo que una buena instalación puede permitir a su vez un buen ahorro. Compañías como Bosch ya apuestan por tecnología verde aplicada al hogar, que permite un doble beneficio: por un lado, gastar menos dinero al final del mes en la factura; por otro, contribuir globalmente a una ciudad más sostenible en su conjunto.
Manejar el mayor número de datos posible es clave para saber cómo ahorrar. Existen termos inteligentes que pueden controlarse desde el teléfono móvil, con una aplicación en la que incluso consultar el consumo y ahorrar, según la información que facilita la compañía, 60 litros de agua al día y un 35% en el coste final de la factura.
También en el hogar pueden instalarse dispositivos que ayuden a ganar en eficiencia a la vez que se ahorra un porcentaje importante de la factura eléctrica. Las casas españolas tienen un margen de ahorro potencial limitado, ya que buena parte de lo que pagan no responde a su consumo y sí a impuestos, pero aun así el coste final puede ajustarse de forma que el bolsillo lo note. Luces de bajo consumo, lavadoras siempre llenas o enchufes que puedan apagarse mientras no se usan son algunas de las claves para principiantes, pero nada como la tecnología para contar con elementos eficientes en sí mismos que repercutan en el consumo global de la vivienda. Las smart cities empiezan en casa.
Source: Coches