El alcoholímetro y el etilómetro son herramientas que sirven para comprobar la cantidad de alcohol en aire espirado que tiene una persona. Pese a que estos instrumentos se utilizan para realizar la misma función, cuentan con diferencias.
El ámbito dónde están más presentes estos útiles hace referencia a los controles policiales de alcoholemia, normalmente, tanto las policías locales como la Guardia Civil utilizan en un primer momento el alcoholímetro y en caso de que la prueba de positivo, se repite en el etilómetro para comprobar el resultado con más precisión.
¿En qué se diferencia un alcoholímetro de un etilómetro?
El alcoholímetro es un instrumento más pequeño y manejable que un etilómetro. Pero es menos preciso en su medición, su margen de error es del 7,5%. Se podría decir que el alcoholímetro es el filtro que pasan los conductores antes de enfrentarse o no a un etilómetro.
El etilómetro está fijado en un punto al que tiene que acudir el conductor a hacerse la prueba. Además, es muy preciso, con un margen de error del 5% y emite un comprobante con los datos personales del testeado y el resultado detallado de la prueba. Este factor es clave, ya que el comprobante sirve de prueba documental y hace que el etilómetro sea el único de los dos que tiene validez legal en un juicio. Por eso, los etilómetros se someten a una revisión anual, en caso de que no pasarla satisfactoriamente, pierden su validez legal.
Nueva tasa de alcoholemia: una sola cerveza dará positivo
Tal y como anunció su director, Pere Navarro, la DGT se prepara para endurecer los límites de alcoholemia en España, reduciendo la tasa permitida a 0,1 mg/l en aire espirado. Con este nuevo umbral, el consumo de alcohol al volante quedará prácticamente prohibido, ya que incluso una pequeña cantidad bastará para dar positivo en un control.
Según la tabla de equivalencias de 2022 de la DGT, un hombre de entre 70 y 90 kg que consuma un tercio de cerveza (330 ml) podría alcanzar una tasa de 0,21-0,28 mg/l, mientras que una mujer de entre 50 y 70 kg podría registrar entre 0,34 y 0,48 mg/l. Esto significa que, con la nueva normativa, incluso beber un quinto de cerveza (200 ml) será suficiente para superar el límite permitido.
Lo mismo ocurrirá con otras bebidas alcohólicas. Una copa de vino (100 ml) podría elevar la tasa de alcoholemia a entre 0,16 y 0,20 mg/l, lo que también supondría una infracción con la nueva normativa. En definitiva, la modificación de la tasa implica un mensaje claro: alcohol y conducción serán totalmente incompatibles.
¿Qué factores influyen en la tasa de alcoholemia?
Desde la Dirección General de Tráfico se advierte que la tasa de alcoholemia no depende solo de la cantidad de alcohol ingerida, sino de varios factores que pueden alterar su absorción y efectos en el organismo.
Uno de los elementos clave es el sexo del conductor, ya que la distribución del alcohol en el cuerpo varía entre hombres y mujeres. También influye la velocidad de absorción del alcohol, la cual puede verse ralentizada si hay alimentos en el estómago, ya que estos actúan como barrera y retrasan su paso al torrente sanguíneo.
Otro aspecto relevante es la tolerancia al alcohol, es decir, el nivel en el que está acostumbrado el organismo a su consumo, así como el tipo de bebida ingerida, dado que no todas tienen la misma graduación alcohólica.
Por último, la DGT destaca que el estado físico y emocional del conductor también juega un papel importante. Factores como la fatiga, la somnolencia, el estrés o la ansiedad pueden modificar la forma en que el alcohol afecta al organismo, aumentando el riesgo en la conducción.
Source: Coches