Los nuevos modelos de coches que se lanzan al mercado tienen una cosa en común, independientemente de su casa madre, y son las numerosas pruebas a las que son sometidos antes de salir a la venta. Desde la seguridad a la tecnología, los tests que han de pasar son cada vez más y más complicados.
Uno de ellos se lleva a cabo en un lugar muy especial: el túnel del viento. En estas instalaciones se testea la aerodinámica del vehículo antes de lanzarlo al mercado y de los resultados de esta prueba y del diseño del coche dependerán aspectos tan básicos como la seguridad de los ocupantes o su confort así como su gasto de combustible por kilómetros.
La aerodinámica es la ciencia que estudia cómo se comporta el viento alrededor de los objetos y en diferentes condiciones. En el mundo de la automoción, el objetivo final es que el coche apenas presente resistencia al viento y para conseguirlo cuenta cada milímetro, ya que un fallo minúsculo en el diseño o en la carrocería puede influir.
En un túnel de viento lo más importante es la sala en la que se generan unas grandes corrientes de aire gracias a unos ventiladores enormes que puede alcanzar una potencia que haría que cualquiera pudiera salir volando si se encontrara ahí dentro.
Pero para realizar las mediciones, también son determinantes los ordenadores con los que la sala esté equipada y que ayudan a registrar los cambios del viento al rodear el coche, las modulaciones de las corrientes y con los que se puede programar igualmente las condiciones meteorológicas que se quieren imitar.
Y no hay que olvidar que no solo los coches comerciales son probados aquí. En los coches de carreras, como el nuevo CUPRA León, la aerodinámica es primordial. Gracias al equipamiento de los túneles de viento, pueden simular que los coches alcanzan incluso los 235 kilómetros por hora, con el objetivo de que no se despeguen del suelo gracias a su imponente diseño. La primera competición a la que se enfrentan estos coches no es en pista, sino contra el viento.
Source: Coches