El embrague es una pieza mecánica de los vehículos con cambio de marchas manuales con un funcionamiento muy desconocido para la mayoría de los conductores pero con unas funciones importantes para el funcionamiento del coche. Por eso, es necesario tener en cuenta cómo se desgasta y a qué tipo de averías está expuesto.
El pedal del embrague es el primer elemento de la transmisión que lleva la fuerza del motor hasta las ruedas a través de un camino de engranajes que se activa con este pedal. Es la parte visible y está situado, como todos, debajo del volante, el primero empezando por la izquierda. Forma parte de un conjunto de piezas (volante motor, cigüeñal, cojinete, plato de presión, disco de fricción y muelles) que transmiten el giro del motor a la caja de cambios.
Por su funcionamiento, la fricción y la fuerza que soporta el embrague son muy grandes, por lo que está sometido a un desgaste constante como, por ejemplo, los frenos o los neumáticos.
Antes de conocer los posibles problemas de uso que puede presentar un embrague, hay que saber que existen de tipo mecánico y de tipo hidráulico. En este último tipo, la transmisión del movimiento del pedal se produce aplicando presión hidráulica y se utiliza aceite para la unión de las dos piezas principales. En el embrague mecánico, ese movimiento se transmite a partir del accionamiento de un cable. Existe un tercer tipo de embrague y también muy poco usado: el embrague electromagnético.
El embrague se desgasta con el uso y, por lo general, tanto en el arranque como en las paradas sufre. También hay ciertos ‘vicios’ en la conducción que pueden contribuir a su deterioro e, igualmente, otros elementos como el aceite del motor, la transmisión o un cable en mal estado también pueden influir en este proceso.
Hay varios síntomas que dan pistas para detectar las averías más comunes, que son: desgaste de los forros, juntas desgastadas, que la tapa del embrague esté suelta, que esté mal engrasado o que los componentes del pedal estén desgastados. Estos problemas pueden provocar que el pedal del embrague no funcione correctamente y esto ponga en peligro la conducción.
Hay varios síntomas que permiten detectar un mal funcionamiento del embrague. Primero, puede ser que patine: si al conducir en una marcha larga y pisar el acelerador, suben las revoluciones pero no la velocidad, es que el embrague patina.
Un mal funcionamiento de este componente también puede ir acompañado de un fuerte olor a quemado. Este síntoma, junto al anterior, ayuda a distinguir si simplemente hay una fuga de aceite (que no presenta olor) o es que el embrague está verdaderamente desgastado.
Por último, el embrague también puede hacer ruidos cuando no funciona correctamente o dar la sensación de que ‘rasca’ a la hora de cambiar la marcha. También puede suceder que el motor se ‘pare’ cuando bajamos las revoluciones del vehículo o que notemos que el pedal está más duro que de costumbre. Esto será síntoma de avería o desgaste.
No hay una duración determinada en la vida de un embrague, pero obviamente se pueden adoptar actitudes al volante que la acorten o la alarguen. Como estimación, un embrague nunca debería durar menos de 100.000 kilómetros y es habitual que empiece a presentar problemas a los 150.000 kilómetros. Aunque en el caso de conducir por autopista exclusivamente, puede ser que el embrague llegue a durar toda la vida útil del coche.
A la hora de sustituir un embrague desgastado es necesario cambiar todo el conjunto (collarín de empuje, disco, plato de presión…) y el precio puede rondar los 500 euros. En caso de tener que sustituir, igualmente, el volante bimasa, la factura se duplicaría. Si la rotura ha sido solo del cable del embrague, la reparación estará cerca de los 80 euros.
Cuando el embrague se desgasta puede repercutir en la conducción, poniéndola en peligro. Si se nota que el pedal va duro, se escucha un ruido como de lija, huele a quemado o patina… significa que el embrague está desgastado, pero no se rompe de manera repentina mientras conducimos.
En caso de notar estos síntomas en conducción, lo más aconsejable es no volver a coger el coche y llevarlo directamente a un taller mecánico para su reparación, ya que seguir usando el coche con un embrague en mal estado puede dañar otras piezas del vehículo, incrementando la factura.
Lo que sí puede romperse mientras se usa el coche es el cable de embrague, lo que inutilizará el coche. Habrá que frenar con cuidado y llamar a la grúa, porque el vehículo no podrá utilizarse.
La mejor manera de evitar roturas y un desgaste acelerado del embrague del coche es conducir de manera suave, evitan los acelerones y frenazos bruscos. Igualmente, hay que evitar mantener el pie apoyado sobre el embrague durante la conducción.
Es aconsejable pisarlo hasta el fondo y soltarlo suavemente cuando se cambien las marchas y desembragar y permanecer en punto muerto mientras se espera, por ejemplo, en un semáforo.
Source: Coches