El viejo mito que reclama que la conducción en cosa de hombres no podría estar ya más obsoleto. Desde hace años vemos a diferentes personas, independientemente de su sexo, manejando un volante sin que eso nos resulte extraño ni lo más mínimo.
Y también, aunque hay que reconocer que con menos representación, hay cada vez más mujeres que se lanzan a vivir el mundo de la competición automovilística desde el Dakar, la Fórmula 1, Superbikes y una larga lista de carreras, con grandes resultados en cuanto a victorias.
Tampoco hay que pasar por alto el trabajo de la mujer en la producción de este sector desde hace más de un siglo ni dejar de recoger las incorporaciones y aportaciones que ellas hicieron para mejorar la experiencia de conducción y ayudar a que los coches cogieran la forma que tienen en la actualidad.
Florence Lawrence fue una gran actriz canadiense con una gran pasión por los automóviles (de hecho, era propietaria de varios). En uno de sus vehículos, incorporó unos brazos a su parachoques trasero que, accionados por una palanca desde el volante, indicaban el cambio de dirección del coche.
El sistema incorporaba una señal de Stop que se levantaba al accionar el pie del frene, advirtiendo así a los demás conductores de la frenada y reduciendo las posibilidades de sufrir una colisión por alcance.
Antes de 1903, los conductores tenían que salir de sus coches y limpiar el parabrisas cada vez que llovía y nevaba, lo que hacía los trayectos interminables y muy pesados. Mary Anderson, en un viaje a Nueva York en esta fecha, se dio cuenta de la situación y se puso manos a la obra: creó un dispositivo giratorio que se activaba desde dentro del coche para limpiar el cristal.
A partir de 1916, este dispositivo fue incluido como un elemento estándar de los nuevos coches que se producían y, a día de hoy, está considerado un elemento importante de la seguridad vial.
No hay nada más agradable que poder viajar en coche en pleno invierno a una temperatura cálida. Pero en los primeros vehículos que empezaron a utilizarse en el siglo XIX está comodidad todavía no estaba disponible hasta que en 1893 Margaret A. Wilcox dio con la idea.
Añadió un sistema que recogía el aire caliente del motor y lo llevaba hasta el interior del vehículo. Inicialmente, la temperatura no podía regularse ya que, simplemente, era una pequeña abertura que dejaba pasar el aire. Con el tiempo se modificó hasta su funcionamiento actual.
Source: Coches