Metidos de lleno en la borrasca Filomena, si tenemos que afrontar un viaje por carretera hay que tener mucho cuidado con la nieve y el hielo, fundamentalmente. Conscientes de ello, entidades como el Real Automóvil Club de España (RACE) o el Real Automóvil Club Vasco Navarro, especializadas en seguridad vial, hacen una serie de recomendaciones importantes que queremos contribuir a dar difusión.
Durante la noche y hasta el amanecer, se producen las horas más frías del día, y ello, sumado a la humedad o la vegetación de la cuneta, puede ocasionar placas de hielo o escarcha. Por tanto hay que prestar especial atención a las áreas sombrías, las zonas situadas bajo puentes y las depresiones del asfalto, pues son las zonas donde mayor probabilidad de hielo puedes encontrar. Ernesto Nava, director de la Escuela RACE de Conducción, nos recuerda que una pista clara la tenemos cuando el asfalto está brillante. En ese caso, debemos pasar muy despacio porque seguramente será una placa de hielo y perdamos la tracción en las ruedas.
Es la norma principal. Hay que dejar las prisas de lado y conducir con tranquilidad, evitando movimientos bruscos de volante que podrían provocar que el vehículo pierda la trazada normal. Tampoco dar acelerones o frenazos bruscos, pues solo conseguirás tener un mayor deslizamiento y, por tanto, perder el control del coche. Para conducir con hielo es mejor ir con las marchas largas y sin superar las 2.500 rpm. Si no, las ruedas deslizarán sobre el firme resbaladizo.
Antonio Lucas, director de Seguridad Vial del RACE, considera fundamental ampliar la distancia de seguridad con respecto al vehículo que nos precede, porque, al conducir con hielo, crece enormemente la distancia que recorre un vehículo desde que el conductor pisa el freno hasta que el coche se detiene completamente. De manera orientativa, la distancia total de detención (reacción más frenada) es de 57 metros cuando se conduce en condiciones soleadas y a 90 km/h, una cifra que sube hasta los 89 metros cuando la calzada está mojada. Si hay placas de hielo, se puede llegar a multiplicar por 10.
Aunque los coches de hoy en día cuentan con multitud de recursos tecnológicos que disminuyen mucho los riesgos, es posible que nos encontremos con dos fenómenos que impiden tener el control del coche: subviraje y sobreviraje. Así explica el RACVN estas circunstancias.
El subviraje ocurre cuando el coche, ante una curva, gira menos de lo que el conductor quiere y/o transmite al vehículo mediante el volante. Esta situación provoca el deslizamiento de las ruedas y la pérdida de control del eje delantero. En este caso inconscientemente frenamos bruscamente y giramos aún más el volante, que es justo lo que no se debe hacer. Lo más conveniente es levantar el pie del freno y acelerador y esperar a que el vehículo vuelva a traccionar.
El sobreviraje se da cuando perdemos el control del eje trasero y éste se desliza. En este caso también debemos levantar el pie del freno y del acelerador y girar el volante en la misma dirección en la que se desplaza el eje trasero, que suele ser la dirección opuesta a la de la curva de la carretera en la que estemos conduciendo, es decir, debemos contravolantear. Si pese a ello no fuéramos capaces de recuperar el control del vehículo, y además apreciamos que la trayectoria del vehículo se dirige hacia algún obstáculo, entonces sí deberíamos pisar el pedal del freno para tratar de minimizar la velocidad de trayectoria y fuerza de la misma para así también minimizar los daños en caso de colisión.
Source: Coches