Los radares son ya más que conocidos dispositivos de vigilancia y seguridad en carretera y no hay conductor que no los tenga en cuenta o que no sepa de su existencia. Los hay ya de muy diversos tipos: los que controlan la velocidad, los que se fijan en el uso del cinturón de seguridad o del móvil… Y pueden encontrarse en muy diversos lugares: lo hay fijos, de tramo, móviles, en los paneles informativos de la DGT o estructuras en el arcén de la carretera.
Otro lugar donde suelen colocarse los radares son los semáforos. Es habitual localizarlos en pasos de cebra de grandes calles o avenida y su función principal es luchar contra los atropellos en ciudad. Sobre todo por las noches y con poco tráfico, no es tan raro que algún conductor decida saltarse los semáforos en rojo para circular de manera más rápida y fluida, pero poniendo en riesgo a otros usuarios.
¿Cómo funcionan estos radares de semáforo? Pues bien, las cámaras se sitúan a unos 25 metros de altura de la línea de detención del semáforo y funcionan asociadas al color del semáforo. Es decir, se activan en el caso de que un conductor se salte la luz roja, gracias a su tecnología de infrarrojos.
200 euros de multa y pérdida de cuatro puntos
En el momento de la infracción, la cámara se activa y lanza entre 3 y 5 fotos en una misma ráfaga para pillar al vehículo que ha cometido la infracción, detectando el modelo del coche o moto, la marca y, sobre todo, el número de matrícula.
Sin embargo, las multas no llegan automáticamente: los agentes de tráfico se tienen que encargar de revisar las imágenes y validar las sanciones, ya que es posible que el vehículo haya tenido que saltarse el semáforo por algún motivo, como que se acercara un vehículo de emergencias al que dejarle paso.
Sin embargo, en el caso de que las fotografías sean válidas y sí haya razón para una sanción, la multa será de 200 euros y además se perderán cuatro puntos del carné de conducir.
Source: Coches