Los vehículos autónomos podrían ser beneficiosos para la salud si son de uso compartido y eléctricos, según un estudio en el que han participado investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).
Se espera que en 2020 el 5% de las ventas de automóviles sean de vehículos autónomos, cifra que podría aumentar hasta el 40% en 2030, y la ‘tecnología autónoma’ se refiere a la que tiene la capacidad de conducir un vehículo sin necesidad de un control físico activo o que una persona esté pendiente, monitorizando su funcionamiento.
El investigador del ISGlobal -centro impulsado por La Caixa- y de la Universidad Estatal de Colorado David Rojas ha explicado que, a nivel internacional, existe poca planificación o anticipación por parte de las autoridades sobre estas nuevas tecnologías de transporte, pese a su «potencial de cambiar las ciudades de forma significativa y modificar la forma como viajar».
A partir de investigaciones ya publicadas y en un artículo publicado en Annual Review of Public Health sintetiza e identifica los posibles impactos directos e indirectos a la salud que estos vehículos podrían tener sobre la población y recoge recomendaciones.
«Los vehículos autónomos pueden resultar en beneficios o riesgos para la salud, dependiendo de cómo se implementen, qué uso tengan, qué combustible y motor usen y cómo se integren con otros medios de transporte», ha asegurado Rojas.
Los vehículos totalmente automatizados podrían reducir el número de accidentes de tráfico y, según uno de los estudios recogidos en el trabajo participado por el ISGlobal, si el 90% de los automóviles de Estados Unidos se volvieran autónomos, se podrían salvar unas 25.000 vidas cada año.
Además de beneficios para la seguridad vial, los vehículos autónomos podrían ofrecer grandes oportunidades para la salud pública cuando se implementan como vehículos eléctricos, en un formato de viaje compartido, e integrados con el transporte público, los ciclistas y peatones.
Todas estas características podrían promover la actividad física, disminuir la contaminación atmosférica y acústica y proporcionar más espacio público para apoyar un diseño urbano saludable, afirma el ISGlobal.
Por otro lado, los vehículos autónomos podrían resultar en posibles riesgos para la salud si se implementan para un uso individual y con motores de combustible fósil, ya que esto aumentaría el tráfico motorizado, lo que provocaría más sedentarismo y peor calidad del aire.
Source: Coches