Vie. Sep 20th, 2024

El exceso de velocidad es la principal infracción que se comete en las carreteras de toda España. A lo largo de 2022 se interpusieron un total de 3.704.675 sanciones por este motivo, lo que supone aproximadamente dos tercios del total de multas de tráfico que se expidieron en territorio nacional durante todo el año pasado, según los datos de AEA. Aunque hoy en día sea muy habitual sobrepasar los límites permitidos (aunque no por ello sea correcto), hubo una época donde no se concebía hacerlo.

A finales del siglo XIX, la automoción acaba de nacer y los primitivos vehículos que circulaban por Europa apenas tenían nada que ver con los coches actuales. Y al igual que los automóviles no tenían una legislación tan completa la actual, las normas de circulación tampoco eran tan extensas y concretas como ahora, por lo que los reglamentos recogían muy pocos preceptos en cuanto a sanciones se refiere. Pero a principios del año 1896, todo cambió.

Walter Arnold cuadruplicaba el límite permitido

28 de enero de 1986. Paddock Wood, condado de Kent, Inglaterra. El policía encargado de patrullar las calles del pequeño pueblo con su bicicleta esperaba una mañana tranquila cuando vivió una terrorífica situación: un vehículo motorizado pasó a toda velocidad justo a su lado. El agente se quedó estupefacto ante una situación jamás vista antes.

El policía, tal y como se relata en Historic UK, comenzó una persecución frenética con su bicicleta a pedales con el objetivo de dar caza a semejante delincuente. Tras ocho kilómetros, por fin consiguió llegar a la altura del infractor, que no era otro que Walter Arnold. El empresario fue uno de los pioneros en la comercialización de coches en el país anglosajón, además de ser el proveedor local de Mercedes-Benz y de ser el dueño de su propia compañía, que fabricaba carrocerías de la época.

Arnold circulaba por la carretera que atravesaba el pueblo a la estratosférica velocidad de 13 km/h. Pero lo que ahora puede parecer una nimiedad, en 1896 no lo era, ya que el límite de velocidad permitido por aquel entonces era de aproximadamente 3 km/h. Pero el intrépido de Walter no solo cuadriplicaba lo permitido, sino que también rompió tres reglas más de circulación: conducía un carro sin caballos en una vía pública, sin tener tres personas que también estuviesen a cargo del vehículo, y además no llevaba consigo la documentación necesaria.

Aquella multa cambió los límites de velocidad

El agente tomó nota de aquella enorme infracción y fue llevado a juicio. Su abogado, Mr. Cripps, solicitó a la corte que se interpusiera «una multa normal», ya que si se consideraba que el vehículo era una ‘locomotora’, el castigo debería ir acorde a la normativa vigente. Finalmente, la cuantía que tuvo que abonar Arnold por los cuatro cargos de los que se le acusó fue de unas 4,7 libras, aunque más que una sanción, fue una inversión.

El comerciante no sólo aprovechó la notoriedad del caso para publicitar su empresa, sino que incluso consiguió cambiar los límites de velocidad establecidos: demostró que estaban obsoletos para los coches motorizados, por lo que se aumentaron de hasta las 14 mp3 (unos 22 km/h). Los automovilistas de la época, incluido el propio Walter, lo festejaron celebrando la Carrera de la Emancipación, cubriendo los 67 kilómetros que separaban Londres de la ciudad costera de Brighton.


Source: Coches

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por admin