Durante las últimas semanas, el precio por litro de los diferentes combustibles se está abaratando. Después de haber sufrido un fuerte incremento en los meses pasados, que comenzó con la crisis provocada por la pandemia de la Covid-19 y se vio agravada tras el estallido de la guerra entre Ucrania y Rusia, ahora parece que los carburantes dan un respiro tímido a los consumidores.
De todas formas, aún queda un largo recorrido para que tanto la gasolina como el diésel recuperen sus precios prepandemia, algo que no se sabe si realmente sucederá. No obstante, los expertos ven estas últimas semanas del año con optimismo y, al parecer, los primeros meses del 2023 acabarán por mejorar la situación respecto al coste de los combustibles fósiles.
Optimismo con los precios a final de año
La tendencia de los precios tanto de la gasolina y el diésel durante el último mes es clara. La línea ha bajado conforme han ido pasando los días. El 7 de noviembre el gasóleo A costaba 1,77 euros al litro y ahora ya está en 1,74 euros. La gasolina sin plomo 95, por su parte, ha pasado de los 1,787 euros al litro en el mismo día a los 1,669 euros.
Parte de esta tendencia está provocada por el abaratamiento del barril de Brent. Actualmente, cuesta el barril se paga a cerca de 80 dólares, pero todo apunta a podría acabar el año rondando los 65 dólares y bajar en el próximo 2023 hasta los 45 dólares. Obviamente, son todo estimaciones.
Aunque hay muchos más factores que influyen en el precio al que los consumidores finales pagan el litro de combustible, la bajada del coste del barril Brent repercutiría en el precio final y, si se confirman estas tendencias, sería a principios del año que viene cuando acabaría de hacerse efectiva esta bajada.
Los combustibles se abaratan en periodos de recesión
Una de las razones de este abaratamiento, como apuntan desde el medio Autofacil, donde se recogen las declaraciones de los analistas de la inversora Citi, Francesco Martoccia y Ed Morse, es la recesión económica actual. «La evidencia histórica demuestra que los precios del combustible caen cuando hay recesión a niveles de su coste marginal», explican.
Sin embargo, el precio final de la gasolina o el diésel no depende solo del crudo, también de la subida del IPC y la inflación, del precio del gas natural (necesario para eliminar el azufre) y de los márgenes de beneficio de las empresas distribuidoras, además de las ayudas (como la bonificación del Gobierno) o de los impuestos. En resumen, aunque hay un cierto optimismo flotando en el ambiente, el contexto es muy complejo como para hacer predicciones concretas.
Source: Coches