El verano es la época del año más esperada para relajarse y disfrutar: abundan las quedadas, las comidas y cenas, los aperitivos y, cómo no, las cañas y los gintonics de sobremesa… Pero, aunque después se vuelva a casa andando, la ingesta de alcohol puede provocar igualmente un accidente de tráfico.
Y es que las bebidas alcohólicas afectan a las facultades tanto de los conductores como de los peatones y es por que estos últimos también se pueden convertir en un peligro de vuelta a casa tras haber consumido este tipo de bebidas.
Según los datos que maneja la Dirección General de Tráfico, extraídos de la Memoria 2019 que ha presentado el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, de 130 peatones fallecidos en accidentes de tráfico, el 38% tenía grandes cantidades de alcohol en sangre.
En concreto, de este porcentaje, el 78% tenía una tasa de alcoholemia que superaba los 1’2 gramos por litro en sangre. Los análisis también desvelaron que muchos de estos viandantes habían consumido drogas y psicofármacos, llegando a alcanzar el 59% de los casos.
Las bebidas alcohólicas afectan seriamente a las facultades de los conductores, pero de igual manera que a los peatones. Cuando, por consumir una cantidad elevada de alcohol, se siente que la capacidad de reacción o la coordinación con las extremidades está perjudicada, esta condición también impide que los peatones distingan si se encuentran o no en peligro y sean capaces de reaccionar correctamente ante situaciones de riesgo.
Uno de los efectos más perjudiciales es el que tiene sobre la visión, que impide que los viandantes distingan si se acerca un vehículo o incluso que sufran más los destellos de los faros de un coche o de las farolas.
Finalmente, no hay que olvidar que el alcohol produce un estado de euforia y una falsa sensación de seguridad que hacen que los peatones no evalúen los riesgos de manera adecuada, pudiendo sufrir un accidente de tráfico grave.
Source: Coches