La era de los combustibles fósiles está llegando a su fin, o por lo menos esos son los presagios. La contaminación del aire en las grandes ciudades está impulsando la creación de zonas de tráfico contaminante restringido, la caza a los vehículos de gasolina y diésel más contaminantes y el desarrollo de motores eléctricos y sostenibles.
Muchas de estas áreas sin tráfico se fundamentan en normativas de regulación de emisiones que catalogan los vehículos según sus emisiones, como la última normativa implementada por la Unión Europea, que multara con cuantiosas cantidades a las empresas cuyos vehículos vendidos superen las emisiones de 95 gramos.
Estas emisiones y partículas de las que hablan las empresas y los organismos reguladores tienen nombre y causan una serie de efectos concretos que empeoran la calidad del aire y afectan al medio ambiente en general. Algunas incluso se ven, ya que con las culpables de la ‘niebla’ gris que cubre las grandes ciudades.
– Dióxido de nitrógeno. Toda industria que utiliza el gasoil o la gasolina produce grandes cantidades de este gas, también conocido como NO2, por lo que los automóviles también son culpables. Puede producir quemaduras, problemas respiratorios y una reducción de la oxigenación de los tejidos del cuerpo. También afecta a la capa de ozono que nos protege de la radiación del sol. Las emisiones y partículas NOx son óxidos de nitrógeno.
– Dióxido de azufre. Todos los combustibles fósiles contienen azufre así que, una vez que sufren un proceso de combustión, liberan este gas. Ataca al sistema respiratorio y al ocular, provocando graves irritaciones, y es el culpable de las conocidas lluvias ácidas.
– Dióxido de carbono. Es necesario para la vida en la Tierra, pero este gas en grandes cantidades y concentraciones puede ser letal para el ser humano, además de que empeora la calidad del aire ya que reduce la presencia de oxígeno. Toda combustión de gasolina produce CO2, también la de los motores de los coches.
– Ozono. Tiene efectos nocivos cuando se queda retenido en las capas bajas de la atmósfera, llegando hasta ser corrosivo con superficies y edificios y provocando daños perjudiciales en vías respiratorias. El tráfico juega un gran papel en su producción, que es debida a la reacción química entre el dióxido de carbono (CO2) y dióxido de nitrógeno (NO2), gases que producen los combustibles fósiles.
Source: Coches