Los neumáticos también sufren el frío y el calor, como el resto de los elementos y piezas de un vehículo. Conforme bajan las temperaturas, las ruedas van perdiendo presión: por cada grado menos que marca el termómetro, la presión se reduce en 0,7 bares. Básicamente, cuando hace demasiado frío como el de estos días anteriores los neumáticos del coche se desinflan.
Las consecuencias de viajar con unos neumáticos desinflados son varias y, por supuesto, ninguna es positiva. Desde un aumento de consumo por encima del 2% hasta una menor capacidad de agarre al asfalto, una rueda con la presión adecuada puede acabar siendo la causa de un accidente de tráfico. Además, el frío excesivo también contribuye a la cristalización del neumático, un fenómeno que nos hará cambiar irremediablemente la rueda.
Antes de coger el coche en invierno, sobre todo si ha hecho un frío excesivo, es muy aconsejable revisar que la presión de las ruedas esté dentro de los valores señalados por el fabricante y, si vamos a dejar el vehículo parado durante algunos días, lo mejor será hinchar los neumáticos en el valor más alto indicado en el libro de mantenimiento, para que al ir a recogerlo no nos encontremos con unas ruedas deshinchadas.
Revisar la presión antes de viajar
¿Cómo afectan unas ruedas con la presión baja al riesgo de sufrir un pinchazo? En resumen, cuanto más baja sea la presión de un neumático más se desgastará y, por ende, más peligro se correrá de sufrir un pinchazo en carretera. Hay pruebas que demuestran, como las realizadas por Norauto, que las posibilidades de sufrir un pinchazo en carretera aumentan en un 60% si la presión a la que ruedan es baja.
Lo mejor es, antes de iniciar cualquier viaje, fijarse en el estado de los neumáticos y controlar la presión, haciendo también caso a los indicadores y sensores del vehículo, que avisan cuando alguno de los neumáticos da síntomas de estar desinflado.
Source: Coches