La noticia de que Seat cerrará Martorell algunas jornadas en diciembre por falta de semiconductores eléctricos es una consecuencia más de la crisis generada por la falta de este elemento proveniente de China, país que a su vez está sorteando su propia crisis energética con cierres de fábricas y reducciones de producción sin precedentes.
Todo ello se ha convertido en una espiral que está afectando de manera profunda a muchos fabricantes –que no a todos–, pero desde luego que sí a los que tienen plantas en España.
Y no es un problema de demanda. Todo lo contrario, porque el ritmo de pedidos es alto, incluso a niveles previos a la pandemia. De hecho, según la patronal de concesionarios, cuando se cierre el año habrá 250.000 pedidos en firme pendientes de completar.
El “atasco”, por tanto, está en la producción, y no por falta de capacidad de las ejemplares fábricas españolas, sino por los suministros, con insoportables datos como el de octubre, en el que el índice de fabricación de automóviles había caído casi un 40% en comparación con el año anterior.
En el acumulado de 2021, hasta que se conozcan los datos oficiales de noviembre, hablaban en octubre de una caída del 2,5% en la producción respecto al año pasado, pero de casi un tercio con respecto a 2019, última campaña “normal”.
En este contexto, las matriculaciones se van realizando casi a cuentagotas, y eso gracias a las labores de optimización de los recursos de las fábricas, que viven una auténtica pesadilla logística para que los coches salgan de la línea de montaje rumbo a los concesionarios.
Con todo, las matriculaciones al término de noviembre estaban en 773.397 unidades, cifra que pone muy en duda llegar a las 900.000 al finalizar el año (diciembre suele ser un buen mes gracias a las automatriculaciones) y muy lejana del millón que se pronosticaba para 2021 cuando se salió de las fases más severas de la pandemia.
Actualmente, la media de espera para recibir un coche nuevo está en torno a los seis meses, aunque hay modelos que llegan hasta los ocho o diez, y aceptar eso por parte de los clientes es un acto de fe y desde luego una prueba de paciencia.
Además, si el Gobierno no prorroga la entrada en vigor de los nuevos tramos impositivos según emisiones, muchos de los pedidos pendientes para el próximo año tendrán un coste mayor en forma de impuestos de matriculación, lo que resulta a todas luces injusto.
Source: Coches