Los sensores del motor son piezas muy sensibles que monitorean el estado del corazón de nuestro coche para optimizar la conducción. Se encargar de recopilar información física o química para enviarla a la centralita del coche y que está pueda ir mostrándonosla durante el trayecto o pueda avisarnos si existe algún problema o irregularidad durante el funcionamiento del motor.
Esta sensibilidad de los sensores puede jugar en su propia contra. Aunque están diseñados para estar expuestos a condiciones extremas, como altas temperaturas, humedad o suciedad por nombrar los más frecuentes, es posible que en algún momento acaben deteriorándose o sufriendo un fallo. Hay que prestar especial atención a los posibles fallos de los sensores ya que, de no cumplir con su cometido, pueden acabar provocando un fallo grave en el motor.
Piloto de avería
Las averías más comunes que los sensores del motor pueden sufrir son de diferentes tipos, dependiendo de si el sensor es de tipo mecánico (abre o cierra un circuito), eléctrico (transmite una resistencia a la unidad del motor) o electrónico.
Los primeros suelen quedarse bloqueados como primer tipo de avería, a los segundos se les puede fundir la resistencia y dejar de funcionar y los terceros son extremadamente sensibles y pueden dejar de mandar señales si falla su sistema de alimentación.
Lo mejor de todo este sistema es que en cuanto de uno de ellos falla, enseguida se enciende el piloto de avería en el cuadro de mandos. Otros síntomas de fallo pueden ser: un comportamiento anormal del vehículo, la pérdida de potencia del motor, un cambio del consumo de combustible o que el vehículo comience a emitir olores o humos extraños. La mejor manera de averías qué sensor falla es conectar una máquina de diagnosis al ordenador del automóvil para que especifique el tipo de avería que se ha producido.
Source: Coches