Muchas son las modificaciones que se le pueden practicar a un coche y una de las más habituales a nivel estético es tintar los cristales de las ventanillas. Oscurecer las lunas es una práctica que además de que impide ver el interior del vehículos (dando así mucha más intimidad), también contribuye a proteger la tapicería y los elementos del habitáculo de los rayos del sol, que afectan más de lo que los conductores suelen ser conscientes. Igualmente, protegen nuestra piel si viajamos por carretera.
El tintado de lunas de un coche puede hacerse con dos tipos diferentes de material: con cristales tintados y con lunas laminadas. El primer tipo con aquellos que ya vienen de fábrica, es decir, los que se piden cuando se encarga un vehículo nuevo. Este tipo de lunas ya están homologadas y no necesitan ningún procedimiento.
El segundo caso suele ser más habitual en aquellos conductores que ya disponen de un vehículo y quieren tintar sus vidrios. Son láminas que se adaptan al cristal de coche, que tienen diferente grado de opacidad (nunca puede ser del 100%) y tienen diferentes precios dependiendo del tamaño y del número de cristales que se vayan a oscurecer. El precio de partida, según el RACE, es de unos 50 euros para un coche compacto.
Por este precio no es raro que muchos propietarios decidan ir a un taller aunque hay otros que deciden aplicar ellos mismos el tintado. En este caso, los riesgos que conlleva la instalación es que las láminas queden pegadas de manera desigual o que hayan cogido aire y se formen burbujas en el plástico. Aunque este no es el único peligro al que podemos enfrentarnos, ya es posible que no podamos circular con los cristales ahumados.
Si se tintan las lunas de manera casera, hay que recordar una serie de aspectos. El tintado de lunas no tiene por qué estar reflejado en la ficha técnica del vehículo, pero cuando nos toque ir a pasar la ITV habrá que llevar un certificado de homologación expedido por el fabricante de las láminas. Habitualmente se requiere que este certificado esté debidamente cumplimentado por el taller que colocó las láminas, lo que supone un problema si nos las hemos instalado nosotros mismos.
Además de los certificados, en cada lámina tiene que haber un sello que coincida con la marca del taller. En el caso de no cumplir con todos estos requisitos y en el caso de que las autoridades nos den el alto, podemos acabar con una sanción de 200 euros. Lo mejor es apostar por la instalación de las láminas en un taller para evitar problemas.
Source: Coches