El primer paso para la reducción de las emisiones del sector de la automoción ya está dado. Las restricciones de la Unión Europea respecto a las emisiones de los vehículos y la tendencia hacia una movilidad más limpia han impulsado las ventas de los automóviles electrificados. Todavía falta acabar de convencer a los conductores, que aún se muestran reticentes al cambio, pero las ayudas y subvenciones y las mejoras de la infraestructura de carga hacen, poco a poco, su papel e incrementan las matriculaciones.
Pero la preocupación por las emisiones que se expulsan por los tubos de escape no debería ser la única que motive reducir la contaminación de esta industria. La producción de los materiales utilizados en la fabricación de automóviles también es contaminante.
Según han publicado desde la empresa McKinsey & Company, hasta un 22% de las emisiones procede en la actualidad de la cadena de producción automovilística. Sin embargo, con la implementación de la movilidad eléctrica, este porcentaje podría alcanzar hasta el 60% del total de las emisiones expulsadas a la atmósfera.
Sin embargo, desde la misma consultora han publicado un análisis, igualmente recogido por Europa Press, en el que afirman que la contaminación de la producción podría reducirse, de forma rentable para los fabricantes, en un 29% en 2030. La clave está en dejar de lado el uso del aluminio y los plásticos, que producen alrededor del 60% del total de emisiones de la cadena de producción.
Este cambio de mentalidad podría aumentar los costes en un futuro inmediato pero sería una solución de fabricación mucho más económica para las empresas en el largo plazo. Desde McKinsey & Company también arrojan el uso de plásticos reciclados como una solución a las emisiones y, al mismo tiempo, al aumento en los presupuestos.
Source: Coches