El factor humano es, quizás, una de las mayores causas de los accidentes de tráfico. Los despistes, el exceso de velocidad, el alcohol y una gran larga lista de infracciones pueden poner en peligro la conducción en un segundo.
Pero más allá de la condición del conductor, el estado en el que se encuentran las carreteras y trazadas por las que se transita también influye, de manera tanto positiva como negativa, en las probabilidades de sufrir un incidente.
Según los resultados del último informe de la Asociación Española de la Carretera (AEC), la falta de conservación está haciendo mella en las infraestructuras viarias españolas, un patrimonio valorado en 215.000 millones de euros, y que, a partir del año 2009, «ha sido abandonado a su suerte», según el informe.
Desde ese año hasta el pasado 2019, la asociación calcula que el presupuesto destinado a la conservación de las calzadas se ha ido reduciendo hasta alcanzar una diferencia del 76% en diez años.
Esta rebaja en la partida destinada al mantenimiento ha incrementado las emisiones en un mínimo de 25 millones de toneladas de CO2 en una década, además de poner en peligro a los conductores.
De los 100.000 kilómetros de carreteras representados en la muestra auditada por la AEC, un total de 10.000 presenten deterioros graves en más del 50% de la superficie. El pavimento acumula el 94% del déficit de presupuesto y baja su nota específica en un 7%, siendo el aspecto más afectado por la falta de mantenimiento.
Roderas, grietas en las rodadas, agrietamientos gruesos, desintegraciones, deformaciones y grietas erráticas son los daños más frecuentes. Estos desperfectos pueden afectar a la estructura de la carretera, comprometen la eficiencia de los vehículos así como la comodidad en la conducción y, sobre todo, la seguridad en la circulación.
De media general, el estado de la red de carreteras es deficiente, pero las comunidades autonómas de Aragón, La Rioja y Asturias completan el podio a las calzadas en peor estado: muy deficiente.
Source: Coches